lunes, 16 de abril de 2012

Mendigos de amor

"Callejones iluminados por el hambre de los mendigos de amor. 
Siempre estarán los que quieran estar, sólo saldrán los que quieran romper..."
(Sueños de mendigos - Las Pelotas)


Quién no haya mendigado amor tire la primera piedra, quién no haya perdido un poquito de dignidad pase la receta, quien no haya padecido un enamoramiento no correspondido deje de leer automáticamente porque precisamente esta entrada NO ES PARA ELLOS.

Mucho se habla sobre la dignidad, el amor propio, la autosuficiencia, el autoestima, la independencia, la superación y demás, pero en verdad ¿Qué tanto sabemos sobre todo eso? Poco, poquísimo diría. Es muy facíl estar en la vereda contraria y apuntar con el dedo. Es más facil todavía arrojar un "Dejalo, él no te merece", un "¿Cuándo la vas a cortar? Sabés que te hace mal" total a los demás no les duele, a vos sí. Te duele y te corroe por dentro, de golpe sentís como lentamente se va creando el agujerito en el pecho y la garganta se va cerrando. Pasan los días hábiles, no hábiles, las semanas santas, los fines de semana del infierno y tu vida se parece cada vez más a un eterno invierno. 
Algunas minas elegimos atravesar el proceso de la forma más intensa, gritando al mundo que estamos mal de amores (no por nada me hice un blog). Otras deciden obviarlo y colapsar en el momento que menos se lo esperan. Muchas lo tapan, las más adictas, con el primer boludo que aparezca y haga de reemplazo. Pero hay otro tipo de chicas que hacen el duelo durante la relación, durante el ocaso. Aceptándolo todo, negando las claras falencias, justificando hasta al más mínimo de los errores, desvirtuando realidades, apostando a un futuro que nunca va llegar, ignorando el dolor y el olvido, siendo incondicionales y ciegas. Acá es cuando se vuelven mendigas de amor
Es verdad que nadie puede darte una garantía emocional, también que nadie puede venir a decirte que está bien y que está mal, pero hay otra realidad: nadie puede hacer milagros. Y es en ese momento, el momento en el cual los milagros se te ríen en la cara, que llega el colapso. De pronto empezás a replantearte el tiempo que llevás de relación, el momento en que elegiste a la persona que tenés al lado, empezás a repasar qué aspectos de tu vida te llevaron a repetir ese maldito patrón de mendiga. Maldecís a todos los momentos potencialmente traumáticos que hayas tenido que atravesar: desde el día que te caíste en la primaria frente a todos tus compañeritos, pasando por el momento en el que le diste un pico al chico más feo del curso, tu primera vez (que de bonus track fue en la cama de tus ex suegros), toda la cronología completa hasta el momento en el que te encuentra siendo una completa infeliz. 
El mendigo tiene como sueño lograr un cambio en su verdugo, lograr lo que quiere y ve ese "algo" como una recompensa. Al principio cuesta imaginar que ese premio, esa felicidad tan buscada y tan peleada pueda venir de la mano de otra persona. Pareciera ser que el mundo poco a poco se termina y que jamás vamos a encontrar a alguien así, pareciera ser también que estamos destinados a ser "mendigos" y ya no podemos dejar de serlo. Es acá cuando entra a jugar la dignidad, el amor propio, la autosuficiencia, el autoestima, la independencia, la superación y demás. Es acá cuando tengo que decir que no hay una receta que te diga como conseguir todo eso, ni una escuela donde se enseñe, menos que menos un ejemplo a seguir. A algunos les va a llevar mendigar un tiempo más, otros quizás aprendan más rápido la lección, muchos van a repetir el comportamiento del mendigo, del "no seré feliz, pero tengo pareja", el comportamiento que nace de la anulación como persona y"ser querible". Pero tranquilos, no es de forma eterna. Tenés derecho a ser amada, sos digna de ser amada y quien quiera alejarse, que se aleje. Forzar situaciones nunca es bueno, no lo digo como gurú ni mucho menos como experta. Lo digo desde el humilde lugar que me proporciona este espacio, lo digo porque forcé mucho tiempo queriendo retener tipos a mi lado. Todo eso me hizo odiarme por momentos (mal, grave error), me hizo desvalorizarme y permitir que los demás huelan esa desesperación. Y es increíble, señores y señoras lectoras, cuando uno empieza a valorarse no hay verdugo que pueda volvernos mendigos. Porque ¿Qué mejor imán para el amor que el amor propio? No hay sacrificio ni anulación que valga, no hay ruegos ni manotazos de ahogado que lo compren, no hay tolerancia ni paciencia que lo otorgen. Para encontrar el amor de alguien, primero debe hacerse presente el amor por uno mismo. La aceptación, con aciertos y errores. La paz interna, mental y sentimental. El famoso punto llamado equilibrio. Si estás mal de amores, grítaselo al mundo. Vivílo, sufrilo, agotalo, padecelo, permitílo. Si estás mendigando empeza por reconocerlo y tené paciencia, pero esta vez para vos. Que todo lo demás, solito se va a ir dando.  
Hoy que me encuentro en un lugar despojado de sentimientos tóxicos, hoy que pude dejar mi bajón allá atrás, hoy que hablo como dejada, también (¿por qué no?) como mujer rata, hoy que hablo como ex novia y futura novia. Hoy que principalmente hablo como Ambar y no como"personificación del dolor", hoy que hablo desde un lugar vacío de desamor, hoy que puedo decir que me llegó el amor. 
El principal, el que tengo por mí misma. El de mi mundo, que es el de mi familia y el de mis amig@s. El accesorio, que tiene otra persona por mí y que nunca se fue. El que me deja cada uno y una de ustedes, vía comentarios, vía mails, vía facebook, vía fan page. Hoy que soy puro amor me acuerdo del hambre de los mendigos de amor y les digo que no aflojen, que no se condicionen, que no se arrepientan y que fundamentalmente que no se rindan. 


Después del verdugo hay vida y esa vida es mucho mejor SIEMPRE, por regla general.
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Extraído del blog de Ambar Garabatos en mi anotador 
Si mi cabeza no estuviera llena de sueños, podría escribir un texto propio =) 



sábado, 7 de abril de 2012

Y un viernes santo se murió mi Dios

Las palabras vuelan, tienen el poder de llegar lejos. Estas van directo al noroeste, no importa de qué país, no importa cuántos kilómetros... muchos, y van cargadas de un sentimiento ambivalente: tristeza por perder el parámetro de amor que manejaba y libertad por dejar atrás un lastre que no me dejaba avanzar. Es tan justa la vida! Siempre te permite saldar las cuentas, aunque pasen años; y a veces, como en este caso, se las salda sola, sin que haya que hacer nada.
Y así fue... ¿seguís firmando cartas con el típico "con el tiempo te darás cuenta que hubo alguien que te quiso dar todo y no lo aceptaste, pero será tarde"?
Solemnemente, bajo tu recuerdo del pedestal y lo entierro para siempre. Te pinto de blanco y te cubro de luz =) Que seas muy feliz.