martes, 15 de febrero de 2011

Vidrios rotos, fotos quemadas.

Me gustaría saber qué se siente apoyar la cabeza en la almohada sabiéndose un hijo de puta. Sé lo que se siente dormirse con un profundo sentimiento de odio hacia alguien, deseando que absolutamente todo lo que hace le sea recompensado con el doble de la misma mierda. Sí, cuánto odio ¿no? Es que ni siquiera sé si es odio, porque hasta el odio es un sentimiento... ¿desprecio?, no, tampoco. ¿Qué es esto que siento? Si al menos fuera despecho, si al menos estuviera sintiendo el dolor de tu ausencia... pero si el que estés lejos es lo mejor que pudo haberme pasado ¿qué es esto que siento? Mientras lo decifro, voy a seguir deseando que te pudras un poco más con cada respiración... Qué bueno que mi hija no lleve ni un sólo gen tuyo, Dios sabe por qué hace las cosas.




 

Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas. Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato. Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un madero. Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa. Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni por un sólo instante, de lamerle la cerradura.
 
Oliverio Girondo

(Gracias Pily por hacerme conocer este texto)

2 comentarios:

Leer100Libros dijo...

Me acabo de dar cuenta de que te desvirgue el blog. Jo!
Pasate.

http://nojodamosmas.blogspot.com
Molestando gente desde el 2006

Mauricio Caballero dijo...

Ese último texto te lo robo y lo dedico a unos cuantos que andan por ahí, veneno puro >:)